Época Tudor

El periodo Tudor, desde 1485 hasta 1603, fue un período bastante movido en la historia inglesa. Tres de los monarcas de Dinastía de los Tudor (Henry VII, Henry VIII y Elizabeth I) desempeñaron papeles muy importantes en la transformación de Inglaterra, que si la comparamos con la relativamente débil Europa, llegó a ser un estado poderoso que en los siguientes siglos dominaron gran parte del mundo. Este periodo vio el final de la Guerra de las Rosas, la Reforma Inglesa y la época Isabelina (época del reinado de Elizabeth I).

La Reforma supuso cierto derramamiento de sangre en Londres, con la mayoría de las clases altas cooperando para lograr un cambio gradual hacia el protestantismo.

Antes de la Reforma, más de la mitad de Londres estaba ocupada por monasterios, conventos y otros edificios religiosos, y alrededor de la tercera parte de sus habitantes eran monjes, monjas o frailes. Por ello, la “Disolución de los Monasterios” de Henry VIII tuvo un profundo efecto en la ciudad, y casi todas estas propiedades cambiaron de mano. El proceso se inició a mediados de la década de 1530, y hacia 1538 la mayoría de las grandes casas habían sido abolidas. La Santísima Trinidad de Aldgate fue para el Lord Audley, y el Marqués de Winchester construyó su propia casa en parte de ese recinto.

El Charterhouse fue para Lord North, Blackfriars para el Lord Cobham, el hospital de leprosos de St. Giles fue para el Lord Dudley, mientras que el rey se cogió el hospital de leprosos de St.James, el cual fue reconstruido como el Palacio de St. James.

Este periodo de la época Tudor vio a Londres crecer rápidamente en importancia entre los otros centros comerciales europeos, y todas sus pequeñas industrias estaban en auge, especialmente las dedicadas al tejido. El comercio se expandió más allá de Europa occidental hacia Rusia, hacia el Levante y hacia América. Éste fue el periodo del mercantilismo, y de empresas que monopolizaban el comercio como la “Russia Company (1555)” o la “British East India Company (Compañía Británica de las Indias Orientales) (1600) que se establecieron en Londres.

Esta última compañía, la cual llegó a dominar gran parte de la India, fue una de las instituciones claves en Londres y en toda Gran Bretaña durante al menos dos siglos y medio. En el año 1572, los españoles destruyeron la gran ciudad comercial de Amberes, siendo entonces Londres el primer puerto importante entre los puertos del Mar del Norte. Los inmigrantes llegaron a Londres, no sólo desde Inglaterra o Gales, sino del extranjero también, como por ejemplo los hugonotes franceses, pasando la población de unos 50.000 habitantes en 1530 a cerca de 225.000 habitantes en el año 1605. El crecimiento de la población y la riqueza de Londres estuvo impulsada por una gran expansión en el uso de la navegación costera para importar el carbón de Newcastle.

Finales del siglo XVI, cuando William Shakespeare y sus contemporáneos vivían y trabajaban en Londres, fue uno de los periodos más brillantes de la historia cultural de la ciudad, a pesar de haber una considerable hostilidad al desarrollo del teatro.

Los espectáculos públicos congregaban multitudes, las cuales fueron temidas por las autoridades, ya que tantos ciudadanos podrían contribuir a la propagación de la peste. El teatro era desaprobado por los cada vez más influyentes Puritanos.

Sin embargo, la reina Elizabeth (Isabel) adoraba las obras teatrales y aprobó los espectáculos públicos. Le gustaban tanto las obras teatrales que se realizaban en la corte en privado exclusivamente para ella.

Durante los últimos años del reinado de Elizabeth, algunos de sus cortesanos y algunos de los ciudadanos más ricos de Londres construyeron sus residencias en el campo, en lugares como Middlesex, Essex y Surrey. Este fue uno de los primeros movimientos hacia el campo, hacia el gusto por las residencias que no eran ni de la ciudad, ni de una finca agrícola. Aún así, cuando el último de los Tudors murió en el año 1603, Londres todavía se encontraba muy compacto.