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Niño mordido por una lagartija

Pintura Niño mordido por una lagartija

Existen dos versiones de esta obra, y se piensa que las dos eran auténticas. Una se encuentra en la Fundación Roberto Longhi en Florencia, y la otra en la National Gallery de Londres. Se piensa que las dos datan del periodo entre 1594 y 1596, pero dado que tienen todos los signos de los primeros trabajos pintados en el hogar del sofisticado patrón de Caravaggio el Cardenal Francesco Del Monte, y que Caravaggio no entró en el Palacio del Cardenal hasta 1595, es más probable que no sean de ese periodo de tiempo.

 

Las diferencias entre las dos versiones son infinitesimales.

La pintura muestra a un niño con dolor y conmoción, ya que su dedo es inesperadamente mordido por una pequeña lagartija escondida en una fruta. La imagen muestra las marcas del claroscuro de Caravaggio y el realismo físico – hasta el niño tiene las uñas sucias como suele ser normal en los niños de la época.

El cuadro también contiene un simbolismo sexual complejo, que habría sido muy claro para el educado público en la época de Caravaggio: el hombro desnudo y la rosa detrás de la oreja del niño indican excesiva vanidad y un deseo de ser visto y admirado, las cerezas simbolizan el deseo sexual, el tercer dedo tenía el mismo significado en el siglo XVII como lo hace hoy, y el lagarto era una metáfora para el pene. El niño se da cuenta, con un shock, de los dolores del amor físico.

Como con todas las primeras producciones de Caravaggio, aún queda mucho por conjeturar. El niño puede ser Mario Minniti, el compañero de Caravaggio y su modelo para varios otros cuadros de la época - el cardado oscuro de pelo rizado y los labios fruncidos tienen aspecto similar en esos otros cuadros, pero en obras como el “Niño con un cesto de frutas” y “La Buenaventura” Mario no parece tan afeminado.

Las críticas por la insistencia de Caravaggio en pinturas sólo de la vida podría más tarde señalar una limitación de su método: ello le permitía unas composiciones realistas estáticas maravillosas (incluso teatrales), pero no en las escenas con movimiento o violentas. Sería sólo en su último periodo, cuando parece que trabajó más con la imaginación, y Caravaggio pudo superar completamente este problema. No obstante, “El Niño Mordido por una lagartija” es un trabajo importante en la obra temprana del artista, precisamente porque muestra una forma de salir de la quietud de sus obras tempranas.